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Las acusaciones al Papa de encubrir abusos: una campaña que también estuvo dentro del Vaticano

El caso contra Prevost surgió en Perú tras su enfrentamiento con el poderoso grupo ultracatólico Sodalicio, pero contó con complicidad en Roma: “Ha sufrido porque nadie salió a defenderle”

Pope Leo XIV

EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: [email protected]. Si es un caso en América Latina, la dirección es: [email protected].

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La elección de León XIV, el 8 de mayo, resucitó acusaciones contra él de haber encubierto casos de pederastia en el pasado. No eran nuevas, habían circulado desde un año y medio antes. Fuentes del Vaticano aseguraron a este diario que eran infundadas y la actuación del entonces cardenal Robert Prevost fue correcta. Lo atribuyeron a una campaña de medios de ultraderecha. A un mes de la elección del Papa, este diario ha analizado las acusaciones y la conclusión es que no hay pruebas de que el actual pontífice encubriera denuncias. Por el contrario, en el escándalo del Sodalicio de Vida Cristiana en Perú, fue uno de los pocos obispos que se colocó del lado de las víctimas. También de los periodistas que lo denunciaron desde 2015, Pedro Salinas y Paola Ugaz, que luego sufrieron un intenso acoso mediático y judicial. El Sodalicio era una potente organización ultraconservadora, fundada en 1971, con rasgos de secta e inspirada en la Falange española, con decenas de casos de abusos y pederastia. Tras años de polémicas, acabó siendo disuelta por Francisco el pasado mes de enero.

El caso del Sodalicio explica parte de lo ocurrido y la extraña evolución de una denuncia en su diócesis, Chiclayo. El conocimiento que tenía Prevost de esta organización y de cómo actuaba fue fundamental cuando Francisco le nombró en abril de 2023 prefecto del Dicasterio de los Obispos en el Vaticano. Desde Roma tuvo un papel decisivo en la disolución de la organización.

Pero hay más, el futuro Papa también sufrió una campaña interna en el Vaticano, donde ya se le veía como favorito en un próximo cónclave. “El padre Robert ha sufrido mucho el último año porque nadie en el Vaticano salió a defenderle, sintió que lo dejaban solo”, confía una fuente eclesiástica en Latinoamérica que conoce bien al Pontífice.

A continuación, el relato de la trayectoria de Prevost y los casos de abusos con los que se cruzó.

El cardenal Robert Prevost con los periodistas peruanos Paola Ugaz y Pedro Salinas, a quienes apoyó en su investigación del Sodalicio, en el Dicasterio de los Obispos del Vaticano en octubre de 2024, cedida por el autor.

1. Las acusaciones en Chiclayo

Prevost, obispo de la diócesis peruana de Chiclayo desde 2014, recibió en abril de 2022 una denuncia de abusos contra dos sacerdotes, situados años antes de su llegada. Una mujer de 25 años, Ana María Quispe, acusó al cura Ricardo Yesquén de darle besos en la boca, introduciendo su lengua, en 2005, con 9 años. También acusó a Eleuterio Vásquez González, párroco de Eten y conocido como padre Lute, de abrazarla mientras dormían en un viaje, en 2007. Luego se sumaron a la denuncia contra Vásquez otras dos jóvenes, ambas relacionadas con Quispe, con acusaciones similares. Situaban los hechos entre 2005 y 2009, cuando tenían entre 9 y 13 años. Este periódico se ha puesto en o con Ana María Quispe, pero no ha obtenido respuesta.

¿Qué hizo Prevost? Lo contó el 16 de noviembre de 2023 la propia Quispe, cuando hizo público por primera vez el caso en sus redes sociales, indignada porque el cura seguía en activo: “Cuando hablamos con, en ese entonces Mons. Robert, él nos dijo: Les creo y agradezco que hayan decidido hablar y que hayan venido antes hacia mí, les pido perdón en nombre de la Iglesia y les motivo a denunciar civilmente también, tienen todo mi apoyo. Con respecto al P. Ricardo, él está en una situación delicada por lo que ya no está cerca de la gente [sufría una enfermedad degenerativa], con respecto al P. Lute, él congrega mucha más gente que yo; sin embargo el daño que puede causar es proporcional al bien que hace teniendo la confianza de la gente, yo me comunicaré con él y le pediré que deje la parroquia donde se encuentra. Debo decir que es de mucha tristeza porque teníamos proyectos, pero haré lo que esté en mis manos para que las investigaciones se den con todo nuestro apoyo. No se sientan culpables, ustedes han sido víctimas y ahora están ayudándonos a limpiar el nombre de la Iglesia”.

La diócesis de Chiclayo explicó más tarde en un comunicado que Prevost actuó de forma correcta. Invitó a las víctimas a denunciar el caso civilmente ―cosa que hicieron, aunque un año más tarde la causa se archivó por prescripción―, ordenó medidas cautelares contra el sacerdote, que negaba los hechos, y lo apartó en su localidad natal, Santa Cruz, a 150 kilómetros. Le prohibió ejercer de párroco y confesar, aunque podía celebrar misa, y esta fue la razón por la que más tarde las víctimas se sintieron dolidas.

Luego Prevost, siempre según la diócesis, abrió una investigación previa, que envió al Dicasterio de Doctrina de la Fe, órgano disciplinario del Vaticano, el 22 de julio de 2022. Antes de que hubiera una respuesta desde Roma, en abril de 2023, Prevost se fue de Perú para ocupar su nuevo puesto en el Vaticano como prefecto del Dicasterio de los Obispos. Cuatro meses después de su marcha, Doctrina de la Fe archivó el caso con la fórmula pro nunc (por el momento), es decir, de forma provisional.

Fue después, en noviembre de 2023, cuando Prevost llevaba ya ocho meses en Roma, cuando la víctima empezó a hablar del caso en redes sociales, con eco en medios peruanos. La diócesis de Chiclayo entonces reabrió el caso y envió de nuevo el expediente a Roma, donde aún sigue abierto.

Un mes después, el 12 de diciembre de 2023, Quispe apareció por primera vez en televisión, en el programa Al estilo Juliana, de Canal 9, y contó su caso. Pero se limitó a acusar a los dos sacerdotes, no dijo nada de Prevost.

2. Entra en escena un controvertido abogado canonista

Todo cambió a partir del 2 de abril de 2024, cuando Prevost, ya en Roma como prefecto del Dicasterio de los Obispos, destituyó de forma fulminante a un obispo peruano y miembro destacado del Sodalicio, José Antonio Eguren, a raíz de las investigaciones ya abiertas en el Vaticano. Fue el primer golpe importante desde Roma para la organización, que comprendió que el Papa iba en serio y que sus protecciones en el Vaticano no estaban funcionando.

Justo un mes después, en Chiclayo entró en escena un abogado canonista contratado por las tres víctimas, Ricardo Coronado. Es un exagustino peruano que dejó la orden en 2001 y conoce bien a Prevost, con quien mantuvo rencillas en el pasado por diferencias ideológicas, según ha publicado el digital estadounidense católico Crux. Pero además tiene muchos lazos y amistades en el Sodalicio. Ejerció de vicario judicial de 2006 a 2022 en Colorado Springs, a una hora en coche de Denver, donde la organización peruana tiene su principal sede.

Coronado, además, era un sacerdote controvertido. Tuvo que regresar a Perú en 2022 tras la llegada a Colorado Springs de un nuevo obispo, James Golka, de la línea de Francisco. La diócesis explicó en 2023 que había sido informada de acusaciones contra él y un precepto firmado por Golka, con fecha del 31 de mayo de 2024, al que ha tenido este diario, confirma que Coronado ya estaba entonces “bajo investigación canónica”, por lo que no podía ejercer como abogado eclesiástico. El obispo no le consideraba “apto para el bienestar de los fieles” y, es más, aseguraba: “Intenta intimidarme presentando demandas civiles infundadas y frívolas”. Como conclusión, le prohibía residir en la diócesis, dar misa y confesar. Más adelante Coronado acabaría siendo expulsado del sacerdocio por el Vaticano, en diciembre de 2024, por delitos sexuales.

Lo que alimenta la tesis de que hubo una campaña contra Prevost, utilizando como arma la denuncia de Chiclayo, es el hecho de que la aparición de este abogado y el giro mediático del caso se produjeran un mes después de que el futuro papa cesara a Eguren, el obispo del Sodalicio. ado por este periódico, Coronado lo niega, y es más, alega que ha sido él víctima de una campaña: “Quiero que recalquen que ha sido un ataque coordinado de la Conferencia Episcopal Peruana y de Roma”. Asegura que fueron las tres chicas las que lo aron, no al revés.

Coronado ha explicado a este diario que en sus años en Colorado solo vio “dos veces” a del Sodalicio y tras su regreso a Lima, apenas tenía o con ellos. No obstante, cuatro antiguos integrantes de la organización con los que ha hablado este diario coinciden en que ha mantenido relaciones de amistad con altos cargos de la entidad desde los años ochenta.

Este diario ha tenido a una foto tomada en agosto de 2023, cuando el Papa acababa de enviar una misión especial a Lima para investigar el Sodalicio y meses antes de que Coronado asumiera la defensa de las víctimas de Chiclayo: el abogado aparece en una cena con dos influyentes del Sodalicio, el sacerdote y alto cargo de la organización, Gonzalo Len, y Guillermo Ackermann, ejecutivo en medios de comunicación peruanos y experto en relaciones públicas y campañas institucionales. Preguntado al respecto, Coronado explica que fue una coincidencia y no los veía desde hacía “muchas décadas”.

Desde la izquierda, Guillermo Ackermann, adherente al Sodalicio; el sacerdote y alto cargo de la organización, Gonzalo Len; y Ricardo Coronado, abogado canónico de las denunciantes de abusos en Chiclayo, en una imagen de agosto de 2023 cedida por un particular.

El poder mediático del Sodalicio es notable y en él tiene un especial protagonismo Alejandro Bermúdez, también residente en Denver, que dirigió la agencia religiosa ACI Prensa y trabajó en la gran cadena de televisión católica estadounidense EWTN, al igual que Ackermann. Fue uno de los de la cúpula del Sodalicio expulsados por el Papa en septiembre de 2024, junto al propio obispo Eguren. El Vaticano acusó a Bermúdez de “abuso en el ejercicio del apostolado del periodismo”.

Como ejemplo de las tácticas del Sodalicio, en septiembre de 2024 el entorno de la organización llegó incluso a denunciar por revelación de secretos a uno de los dos sacerdotes enviados a Perú por el Papa para investigar el caso en misión especial, el español Jordi Bertomeu. Fue una maniobra de descrédito con eco en los medios que Francisco cortó de raíz, amenazando con la excomunión a los responsables.

Lo cierto es que el caso de Chiclayo resurgió de pronto a partir de mayo de 2024, pero buscando un impacto internacional y volcado en la acusación de encubrimiento a Prevost. Coronado, de hecho, también escribió el 31 de mayo de 2024 a EL PAÍS para informar del caso, y luego se sucedieron otros mensajes. Este diario contrastó en los meses siguientes las acusaciones de encubrimiento con fuentes del Vaticano, que replicaron que eran infundadas y se trataba de una campaña de desprestigio.

La noticia, en cambio, salió en diarios digitales ultraconservadores afines al Sodalicio de España, Italia y Estados Unidos. Ana María Quispe apareció entonces por segunda vez en otro programa de la televisión peruana, Cuarto Poder, en septiembre de 2024, y el enfoque del reportaje ya fue distinto: se centraba en denunciar que Prevost había encubierto el caso, con detalles que fueron desmentidos por la diócesis al día siguiente.

Además, se señalaba que se impedía al abogado defender a las víctimas, porque la Conferencia Episcopal Peruana ya le había advertido que estaba bajo investigación y no podía ejercer. La decisión definitiva sobre su caso llegó el 19 de diciembre de 2024, cuando el Vaticano expulsó del sacerdocio a Coronado con un severo decreto, al que ha tenido este diario, que indica comportamientos delictivos previstos en el canon 1395, secciones 1 y 3, del código de derecho canónico. Es decir, quien “con violencia, amenazas o abuso de su autoridad, comete un delito contra el sexto mandamiento del Decálogo u obliga a alguien a realizar o sufrir actos sexuales”.

Fue entonces cuando las víctimas interrumpieron su relación con el abogado y a partir de ese momento desaparecieron de los medios, hasta hoy. Todo apunta a que no acabaron bien con Coronado: él les reprocha que no le pagaron y se negó a devolverles la documentación del caso, según ha itido a este diario. Actualmente las tres mujeres son atendidas por el obispado de Chiclayo.

La periodista Paola Ugaz opina que “se han querido instrumentalizar las declaraciones de las mujeres”. “Para mí está clara la mano del Sodalicio por las fechas y por los que personajes implicados que conocemos. Lo peor es que las víctimas no han sido tomadas en cuenta, lo que más importaba era enlodar a Prevost. Al final quedaron en segundo plano”, concluye. Pedro Salinas opina que Coronado “se presentó como abogado de las víctimas sabiendo que no podía hacerlo, pero lo hizo de todos modos para victimizarse luego utilizando el caso”.

Las víctimas desaparecieron de los medios, pero el caso siguió ya andando solo en los medios sin ellas. Hasta el cónclave.

3. Se desentierran acusaciones en Chicago

En los meses previos al cónclave se sumaron a las acusaciones contra Prevost otras de su etapa en Estados Unidos, donde fue superior de la provincia de Chicago entre 1999 y 2001, o por casos que cayeron bajo su responsabilidad cuando fue prior de toda la orden de 2001 a 2013.

El primer caso se remonta a 2000, cuando Prevost dirigía la provincia agustina de Chicago. Se le achaca haber aceptado que la archidiócesis enviara a una casa de la orden, el Priorato de San Juan de Piedra (St. John Stone Priory, en inglés), en Chicago, a un sacerdote acusado de pederastia, James Ray, sin tener en cuenta que al lado había un colegio, aunque en los dos años que estuvo allí no hubo ningún incidente y tenía un monitor in situ. En el expediente del caso, de 680 páginas, se comprueba que la archidiócesis conocía de los abusos desde 1990 y es uno de sus documentos el que afirma erróneamente que “no hay ninguna escuela en la zona inmediata” del monasterio. La asociación de víctimas SNAP acusa a Prevost de, al aceptar el traslado, poner “en peligro la seguridad de los niños” que asistían al colegio.

Un segundo caso en Chicago data de cuando Prevost ya era el prior de los agustinos a nivel mundial, de 2001 a 2013. El acusado es el agustino Richard McGrath. Aunque este caso se conoció en 2017, cuando Prevost ya se había marchado a Perú, SNAP sostiene que tuvo que conocer los abusos entre 2006 y 2010, por una carta de padres de alumnos, y no tomó medidas. En la misiva, señalan, “se describen quejas contra McGrath por dar masajes a sus alumnos, por observar a los chicos cambiarse en los vestuarios, y en la que se amenaza con demandar”. El caso civil se resolvió en 2023. La Iglesia acordó pagar a una víctima dos millones de dólares sin itir ningún delito, y McGrath negó las acusaciones.

SNAP ha citado además los casos de otros dos agustinos acusados de abusos, John Murphy y Michael Hogan, en los que aseguran que Prevost no actuó correctamente. Además, señalan que el cardenal, como prefecto de los obispos, ha conocido casos de al menos 78 obispos acusados de abusos en los que, afirman, no ha tomado medidas. Fuentes del Vaticano explican que, como responsable del dicasterio, Prevost podía destituir a los acusados solo en caso de condena.

4. El calvario de Prevost en el Vaticano

Cuando empezó la ofensiva mediática contra Prevost, en la primavera de 2024, él ya llevaba un año en el Vaticano. Las acusaciones afectaban a su reputación, algo que en la cultura estadounidense supone una grave lacra, y siendo el responsable de uno de los principales dicasterios el cardenal se esperaba una defensa desde la Santa Sede, según revela una fuente eclesiástica en Latinoamérica muy cercana al Papa. Sin embargo, en un año de polémicas, hasta su elección, las únicas réplicas al caso han sido los comunicados de la diócesis de Chiclayo. “Prevost sufrió mucho en ese periodo, sintió que en el Vaticano no lo defendían y no desmentían nada. Vio cómo pasaban los meses y no había ninguna reacción. Ha sido un año de silencio. Dejaron que se cocinara a fuego lento, quizá porque ya era un claro rival para el cónclave”, señala esta fuente.

Emitir un comunicado de desmentido dependía de la Sala de Prensa de la Santa Sede, que está a las órdenes de la Secretaría de Estado, dirigida por Pietro Parolin, entonces el principal papable para el cónclave. Pero no hubo ninguna orden de hacerlo. Además, las acusaciones contra el abogado Ricardo Coronado se conocían en el Vaticano desde mucho antes de que apareciera en escena, pero el Dicasterio para el Clero tardó hasta diciembre de 2024 en decretar su expulsión. El Sodalicio también contaba con aliados en la Curia y de hecho, pese a su disolución, el Vaticano aún no ha hecho públicos los decretos con los detalles de las acusaciones y delitos cometidos, la falta de transparencia en este caso es total.

Dentro del Vaticano se veía a Prevost como el gran favorito en la sombra y su ascenso como papable fue silencioso. Solo apareció al final en las quinielas y entonces la misma maquinaria mediática volvió a activarse. Aparecieron varios artículos y una web ultraconservadora española publicó cuatro días antes del cónclave un dossier de 18 páginas sobre el cardenal, en un último intento de frustrar su elección.

Prevost volvió a sentirse bajo ataque pero, de nuevo, no hubo ninguna defensa oficial. Incluso alguien en el Vaticano permitió el de algunos periodistas a la zona donde se reunían los cardenales, totalmente vedada a la prensa, para que le abordaran.

Tras la elección de León XIV, la mayoría de la prensa habló de una campaña en su contra que usaba el caso de Chiclayo. Incluso el programa peruano Cuarto Poder reconoció públicamente que se había sentido utilizado. Su presentadora se dirigió así a los espectadores, hablando de las víctimas: “Lamentablemente parece que algunas personas han aprovechado el drama de estas mujeres con algún fin subalterno y esto debería dar vergüenza. Estas mujeres han sufrido ya suficiente, demasiado, para ellas debe de haber sido muy difícil hacer una denuncia así. Y lo que ha sucedido en los últimos días es que han sido revictimizadas”.

Lo decisivo es lo que ocurrirá a partir de ahora, porque ya es León XIV quien está al mando y sabe que una parte de la Curia se movió contra él. Pero sobre todo, aún está por ver cuál será su actitud en la lucha contra la pederastia, que cuenta con una gran oposición interna, entre los obispos de cada país y dentro de la maquinaria vaticana.

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