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¿Pagar 300 euros o más por ir al gimnasio? “Nos dejan la ropa sucia y al día siguiente la encuentran limpia y doblada en la taquilla”

El aumento de ricos en las grandes ciudades ha dado paso a sofisticados centros de limitado y cuotas prohibitivas que, además de clases de ‘fitness’ y comodidades, ofrecen conectarse socialmente

Gimnasios
Karelia Vázquez

Apuntarse al gimnasio ya no es lo que era. De hecho, ya no te apuntas. Ahora contratas una membresía o hip. Tampoco se escoge ya gimnasio por la cercanía o la calidad de las máquinas, sino por asuntos del alma: a quién nos queremos parecer, a qué clase social creemos pertenecer o qué amigos queremos hacer. Porque en estos tiempos de optimización y machacona pedagogía financiera la cuota de la hip —cada vez más cara— ha de ser amortizada no solo con masa muscular, sino con capital social.

Dime tu gimnasio y te diré quién eres. O quién quieres ser. Para encajar en la más o menos diversa psiquis humana el universo del fitness se fragmenta y diferencia compulsivamente en el segmento más alto de la gama para construir microuniversos VIP que complazcan el ansia de exclusividad de una clientela dispuesta a pagar membresías de más de 200 euros siempre que se les prometa un gimnasio a medida, bespoke, tailor-made, en su misma vibe.

Panorámica de una de las salas del gimnasio Crank Fit - Dubai Indoor Cycling & Boutique Fitness Studio, en Dubai.

A los gimnasios de alta gama que existían en España antes de la pandemia, como la cadena Metropolitan, o el club Arsenal (solo para mujeres) se ha sumado la cadena David Lloyd, con tres de sus gimnasios en el epicentro del lujo madrileño. Funcionan con formatos de clases dirigidas y siempre al tanto de la última tendencia. Hoy yoga, mañana barre, pasado crossfit. Además, tienen servicio de entrenador personal y una sala de máquinas de última generación. Algunos de sus centros, como el de La Finca, en Pozuelo, tienen piscinas climatizadas exteriores, spa completo y 10 pistas de tenis, seis de ellas de tierra batida. En Aravaca tienen seis, dos de ellas cubiertas. Todos cuentan con restaurante y terrazas para practicar la charla intrascendente, ese gran lubricante de la vida social.

Más reciente ha sido la apertura del Abada Club, 2.000 metros cuadrados de gimnasio VIP en el barrio de Salamanca, con techos de doble altura, espacio de coworking y cuotas que empiezan en 129 euros más otros 100 de inscripción. Este club presume de dejar suficiente espacio entre las máquinas. Otra forma de elevar la experiencia son los estudios boutique, especializados en una disciplina o un método, con membresías pequeñas y exclusivas que se reservan el derecho de isión. Es el caso del Tracy Anderson Studio, con sede en Madrid, pero también en Los Ángeles y en Los Hamptons. Para ser aceptado en el club hay que enviar una solicitud y esperar. Si estás entre los elegidos tendrás al método y a una prescripción personalizada de entrenamientos, nutrición y wellness. Por un precio extra a la membresía (de 226 euros al mes, una de las más caras de Madrid) se pueden contratar entrenamientos privados con la propia Tracy, responsable de los cuerpos de Jennifer Aniston y Gwyneth Paltrow y, dicen, de la recuperación posparto exprés de Kim Kardashian.

Apertura de un local de Tracy Anderson Studio en Manhattan. También tiene sede en Madrid.

En estos formatos hiperespecializados de gimnasios micronicho estaría también Síclo, un estudio donde se practica una disciplina que recuerda al antiguo spinning pero con ejercicios para el tren superior, luz apagada y la música dos veces más alta, o Barry’s, entrenamiento HIIT con luz roja y música electrónica. También Barrelatte, donde después del entrenamiento (inspirado en los ejercicios del ballet clásico) se puede tomar un café de especialidad mientras uno se enfunda en una máscara facial de luces infrarrojas para estimular la producción de colágeno.

Algunos hoteles cinco estrellas de la ciudad, como el Rosewood Villamagna, y el Four Seasons Madrid han abierto sus gimnasios a quien se pueda permitir sus cuotas. Virginia Cogliati, manager del spa y gimnasio del Four Seasons Madrid explica a ICON que han diferenciado su oferta al máximo: para los que prefieren entrenar sin ver a nadie, para los que van a primerísima hora de lunes a viernes, y para los más libres y flexibles. Las tarifas empiezan por 330 euros al mes y van subiendo según los horarios y servicios. Las más caras incluyen parking y servicio de lavandería. “Nos dejan la ropa de deporte sucia y al día siguiente la encuentran limpia y doblada en su taquilla”, dice Cogliati, que estudió todo el mercado fitness de lujo en el centro de Madrid y constató que apenas había gimnasios de alta gama, y los que había estaban atiborrados. “En España está empezando la cultura de aprovechar las instalaciones de los hoteles cinco estrellas”.

Interior de los vestuarios del Abada Club.
Interior del gimnasio Abada Club.

La industria del fitness ya no vende gimnasios, sino estilo de vida, y reformula una y otra vez disciplinas clásicas y máquinas hasta hacerlos apetecibles y caros. La reinvención del Pilates que ahora sufre su enésima vuelta de tuerca con el Pilates Reformer es para Dominic Malcolm, profesor de Sociología del Deporte de la Universidad de Loughborough, “el epítome del fitness de lujo”. También la inesperada mutación en símbolo de estatus que sufrió la bicicleta Peloton durante el confinamiento, o incluso el diseño de las máquinas de Technogym, pensadas para ser colocadas como un mueble caro en los salones más elegantes, y que se avistan con frecuencia a través de los enormes ventanales sin cortina de las casas nobles de Londres y Nueva York. Ahora que se lleva eso de manifestar, pagarse una membresía de gimnasio de lujo es una forma de pedir al universo que te ponga allí donde mereces estar y no en la cola del gimnasio del barrio esperando pacientemente (o no) a que se libere la elíptica. Bienvenidos al nuevo club social.

Hola, socio. ¿Es el ‘gym’ el nuevo club?

Los gimnasios se parecen cada vez más a clubs privados donde se accede por invitación. La elección de una actividad y la disciplina con que se practica son en sí mismas reveladoras. “Las elecciones sobre el deporte o los entrenamientos están muy relacionadas con el origen social o con la clase a la que se aspira a pertenecer y son una parte importante de la identidad de la persona”, explica Dominic Malcolm, profesor de Sociología del Deporte de la Universidad de Loughborough. “No es la actividad lo que resulta atractivo, sino la capacidad de distinguirse de otros grupos sociales”.  

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Sobre la firma

Karelia Vázquez
Escribe desde 2002 en El País Semanal, el suplemento Ideas y la secciones de Tecnología y Salud. Ganadora de una beca internacional J.S. Knigt de la Universidad de Stanford para investigar los nexos entre tecnología y filosofía y los cambios sociales que genera internet. Autora del ensayo 'Aquí sí hay brotes verdes: Españoles en Palo Alto'.
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