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Lutero en Wittenberg: los 500 años de su boda y otros escenarios de su vida en la ciudad alemana

Del 13 al 15 de junio, la localidad se transforma con el festival Lutherstadt Wittenberg, que conmemora anualmente el enlace de líder de la Reforma protestante con Catalina de Bora

Wittenberg

Hace ahora 500 años, en la ciudad alemana de Wittenberg, a unos 100 kilómetros de Berlín, se celebraba una boda íntima y rápida entre un fraile agustino, Martín Lutero, y una monja exclaustrada, Catalina de Bora. Era el 13 de junio de 1525, ocho años después de que Lutero rompiera con la Iglesia católica y convirtiera a Wittenberg en el nido de la Reforma protestante. Cada verano se conmemora aquel enlace con un festival. Lutherstadt Wittenberg: La boda de Lutero tiene lugar del 13 al 15 de junio, y pone esta ciudad patas arriba. Y más este año, por lo redondo del aniversario.

Antes de la Reforma protestante, el conflicto entre Lutero y la Iglesia católica llevaba tiempo fraguándose. Lutero había viajado a Roma en 1510 y había vuelto horrorizado. Al tiempo que daba clases en Wittenberg rumiaba su rebeldía. En 1517 clava sus 95 tesis contra el comercio escandaloso de bulas y la vida licenciosa del clero. Esa actitud culminó con la quema en público de la excomunión lanzada contra él por el Papa. En el lugar de la quema se plantó, en el siglo XIX, un roble simbólico. Varios fueron los intentos del rey emperador Carlos para suturar la ruptura, a través de dietas o jornadas de encuentro entre teólogos de ambas facciones. Pero la cosa era más profunda que unas meras diferencias escolásticas: se trataba de una rebelión frontal contra la autoridad religiosa impuesta a las conciencias individuales. Una forma nueva de pensar y de vivir que dividiría a la Europa nórdica de la Reforma de la Europa sureña de la Contrarreforma.

El matrimonio formado por Christian Tylsch y Selina Tylsch, caracterizados como Lutero y su esposa. Ellos son los protagonistas de la edición de este año del festival que recuerda en Wittenberg el enlace del líder de la reforma protestante.

Lutero, después de su boda con De Bora, que le dio seis hijos —dos de ellos murieron prematuramente—, siguió viviendo y enseñando en Wittenberg. Un antiguo convento agustino se convirtió en el hogar de la familia, donde su esposa istraba el huerto y el ganado y, además, daba de comer cada día a más de 40 bocas entre su familia, huérfanos, profesores y discípulos. El edificio se conoce ahora como Lutherhaus y es mucho más que un museo: es un santuario donde las estancias, (fielmente reconstruidas), los retratos, los objetos y las explicaciones, más que reliquias, son una catequesis. Curiosamente, Lutero no murió aquí: fue a arreglar unas escrituras a su pueblo natal, Eisleben, pilló una pulmonía y falleció. Ya entonces hubo bulos y se planteó si había sido asesinado o se había suicidado. Los escenarios de la historia y la vida de Lutero en Eisleben y Wittenberg fueron nombrados por la Unesco patrimonio mundial en 1996.

El exterior de la Lutherhaus, la casa en la que vivió Lutero en Wittenberg, reconvertida en museo.

En la parte alta de la parte vieja de Wittenberg se alza la iglesia de Todos los Santos. En sus puertas Lutero clavó sus tesis protestantes. Ahora las puertas son de bronce y muestran fundidos aquellos textos. En el interior del templo, de estilo gótico —con reformas ulteriores—, están las tumbas de Lutero y de su amigo Felipe Melanchthon, teólogo y profesor que le ayudó a trabar la arquitectura doctrinal de la Reforma. En el interior, también pueden verse sus retratos pintados por Lucas Cranach el Joven. Lo más curioso (y visible en toda la ciudad vieja) es la torre cilíndrica, rematada en forma de corona o de depósito de agua. Se puede acceder y contemplar desde su altura la ciudad medieval.

Vista de la torre de la iglesia de Todos los Santos, en Wittenberg.

Calle abajo, se llega a la plaza Mayor (Marktplatz), presidida por una estatua de Lutero, bajo baldaquino de bronce, y otra de Melanchthon. En uno de los flancos está el Ayuntamiento gótico. Este edificio público desempeña un papel fundamental en el festival de la boda de Lutero. Allí penetran los personajes de Lutero y De Bora con su comitiva más próxima, en el desfile principal de la fiesta nupcial que revive el enlace. La boda de ambos tiene una historia curiosa: Lutero había ayudado a escapar de su convento a su mujer y a otras monjas. Poco a poco, fue casando a todas ellas y, con De Bora, la última que quedaba, decidió casarse él mismo y conformar un matrimonio que “complacería a su padre, enfurecería al Papa, causaría el júbilo de los ángeles y haría llorar a los demonios”. De Bora tenía 26 años y Lutero, 41.

La estatua dedicada a Lutero en la Marktplatz.

La ceremonia nupcial tuvo lugar en la iglesia de Santa María, al lado del Ayuntamiento de Wittenberg. Además, en ese templo, el líder de la Reforma protestante bautizó a sus hijos y predicó muchos de sus sermones. El retablo mayor de la parroquia es una pintura de Lucas Cranach el Viejo.

De la plaza Mayor de Wittenberg parten las dos calles paralelas que vertebran la ciudad vieja: Mittelstrasse y Collegienstrasse. En la segunda, que es peatonal, están el resto de escenarios históricos de la Reforma. Allí está la Lutherhaus ya mencionada y, enfrente, la Casa de Melanchthon, que también puede visitarse. Asimismo, flanquean la calle la Universidad Martín Lutero de Halle-Wittenberg y el hotel Goldener Adler.

Otro conjunto importante es la Cranach-Haus, donde vivieron los pintores Lucas Cranach el Viejo y su hijo Lucas Cranach el Joven. El primero, además de uno de los grandes maestros del Renacimiento alemán, era el alcalde de Wittenberg y el boticario —esa farmacia sigue funcionando—. Este artista tuvo cinco hijos, entre los que destaca Lucas, quien, junto a su padre, retrató a todos los personajes importantes de la Reforma. Un patio separa la casa familiar del taller, convertido ahora en galería. Además del estudio, el viejo Cranach instaló allí una imprenta donde ilustró e imprimió el Nuevo Testamento que Lutero había traducido al alemán.

El exterior de Cranach-Haus, en la ciudad alemana de Wittenberg.

Una manera de conocer al detalle aquella sociedad y la ciudad medieval es visitar Wittenberg360º (en la calle Lutherstr, 42). Una construcción cilíndrica que despliega en su interior un monumental lienzo de 360º, al estilo de los viejos panoramas decimonónicos. La pintura se puede contemplar desde una plataforma central de tres pisos.

Transformación (temporal) de la ciudad

Otra forma, más jocunda de sentir y vivir el ambiente de aquellas históricas nupcias, es asistir al festival que, cada verano, las hace revivir. Lo hace a través de desfiles grandiosos de abanderados que hacen bailar sus estandartes, soldados de variado pelaje, músicos, volatineros y acróbatas, oficiales de gremios, príncipes, nobles, clero y los protagonistas contrayentes. Todos los participantes van vestidos y ataviados con un lujo que parece destilado de las opulentas pinturas del Renacimiento.

Aparte de desfiles puntuales, la ciudad cambia durante esos días de junio. Algunas calles secundarias se transforman en zocos, y los patios o jardines de muchas casas se convierten en campamentos militares o gremiales. En las tabernas y restaurantes, donde lo mismo se sirve comida tradicional sajona que hamburguesas, los turistas se mezclan con caballeros y damas vestidos de época, músicos, buscavidas, clero y plebe. Todos juntos y revueltos y con la alegre rebeldía protestante de antaño. Sirva o no de precedente.

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