Abucheos y aplausos para Trump en el estreno del musical ‘Los miserables’ en el Kennedy Center
El presidente de EE UU asiste por primera vez a un espectáculo en la institución cultural de Washington, cuyo control tomó tras llegar a la Casa Blanca en su cruzada ‘anti-woke’

De Bielorrusia a Turquía, y de Venezuela a Hong Kong, las canciones del musical Los miserables, basado en la novela homónima de 1862 de Víctor Hugo sobre los desposeídos de la tierra en el París de la revolución de junio, han puesto la banda sonora a movimientos cívicos de protesta por todo el mundo desde su estreno en Londres hace 40 años. En pleno apogeo de las manifestaciones y los disturbios en Los Ángeles y en decenas de otras ciudades de Estados Unidos contra las políticas migratorias de Donald Trump, el presidente acudió este miércoles al estreno de gala del montaje de Broadway de la obra en el Kennedy Center (KC) de Washington, institución cuyo control tomó en febrero pasado.
Su aparición ―junto a la primera dama, Melania Trump― en el palco presidencial del teatro de ópera del complejo cultural fue recibida con una mezcla de abucheos y de aplausos y gritos de “¡U. S. A! ¡U. S. A.!”. Entre el público, un grupo de drag queens se vistió con sus mejores galas para incomodar al presidente y a varios de los de su gabinete, allí presentes. Al menos una decena de actores decidieron no salir a escena (y fueron reemplazados por suplentes) en respuesta a la visita de Trump. Sobre ellos, el presidente dijo: “No me puede importar menos [su decisión de no actuar]. Lo único que hago es gobernar bien el país”.
Es la primera vez que Trump acudía a un espectáculo en el gran templo de artes escénicas de la capital, que sí había visitado con la idea de pasar revista a las instalaciones a mediados de marzo. Para entonces, ya había sustituido a los de su patronato, del que se nombró a sí mismo presidente, por personas leales, como su jefa de gabinete, Susie Wiles; la segunda dama, Usha Vance; Dan Scavino, hombre fuerte de su primera istración, o la fiscal general, Pam Bondi. Todas ellas carecen de experiencia conocida en gestión cultural.
Trump justificó el asalto de una institución ―que se financia con una mezcla de dinero federal y aportaciones privadas y en la que sus predecesores en el cargo no solían intervenir― diciendo que su gestión no compartía la “visión de una Edad de Oro en las Artes y la Cultura” de su istración. La idea era fumigar eso que la derecha estadounidense define como “el virus woke“, y que se manifestaba en “montajes muy inapropiados”, que incluían una “obra marxista contra la policía” y un “Shakespeare solo para lesbianas”. “Vamos a traer espectáculos realmente buenos”, dijo también. “Lo que funciona bien son los éxitos de Broadway”.

Obviamente, el paso de la gira de Los miserables por el KC estaba previsto mucho antes de que Trump ganara las elecciones el pasado noviembre, pero la elección de ese espectáculo, la primera exportación de Broadway que se estrena en el centro desde que cambió el presidente de su patronato, no es al azar. La institución tiene por costumbre programar, entre los cerca de 2.000 espectáculos que ofrece anualmente en sus ocho escenarios ―una oferta que incluye los conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional, los tours de grandes estrellas de la música clásica, las óperas, la danza o los recitales de pop y hasta de rap― musicales llegados desde Nueva York. Aunque la verdadera sucursal de Broadway en la ciudad sea otra: el National Theater, al lado de la Casa Blanca.
“Me encantan las canciones, me encanta la obra”, dijo Trump sobre Los miserables la semana pasada. La función de este miércoles estaba agotada y el presidente organizó una recaudación de fondos en torno al estreno, con aportaciones individuales de hasta dos millones de dólares (dinero que garantizaba un palco cerca del poder y una foto con Trump).
En las elecciones de 2016, este se sirvió de una referencia al musical cuando su rival, Hillary Clinton, calificó a la mitad de los votantes republicanos de “deplorables”. Trump entró a los pocos días en un mitin en Miami al ritmo de su canción más famosa, Do You Hear the People Sing, con el fondo de un luminoso que decía “Los deplorables”, con la tipografía del cartel del montaje teatral.
Durante su visita, el presidente hizo una vez más gala de su forja como empresario inmobiliario y de su carácter hiperbólico y prometió reformas para arreglar los “tremendos desperfectos del KC”. Lo cierto es que las instalaciones de la institución, cuya primera piedra puso el presidente Dwight Eisenhower y que abrió sus puertas en 1971 con una misa de Leonard Bernstein en memoria de John F. Kennedy, están en un razonable buen estado.
Contra Vance
Poco después de aquella visita, el vicepresidente, J. D. Vance, acudió junto a su esposa a un concierto que daba la Orquesta Sinfónica Nacional con el violinista griego Leonidas Kavakos como solista del Concierto para violín y orquesta, num. 2, de Dmitri Shostakóvich. La audiencia lo recibió con abucheos y gritos, dirigidos a él y a su jefe, de “habéis arruinado este lugar”. A los Vance también se los espera en el estreno de Los miserables.
No está claro que en la noche de este miércoles vayan a recibir a Trump con esos modos poco amistosos. Lo que es seguro es que las medidas de seguridad serán extraordinarias, y que la toma del KC por parte de la Casa Blanca ya ha tenido sus consecuencias entre los amantes de las artes de la ciudad: varios medios estadounidenses han informado de la caída en la venta de entradas y de abonos para la próxima temporada, mientras en otras instituciones dedicadas a la música clásica y el teatro de la capital ya se habla de los “refugiados del KC” para referirse a los donantes que han decidido buscar nuevos lugares a los que recompensar con su generosidad.
Unos 40 empleados han sido despedidos o suspendidos, mientras que aproximadamente medio centenar han renunciado, según informa The Wall Street Journal por boca de un representante sindical. En la parte artística, el anuncio de que Trump metía mano en el KC ha provocado la suspensión voluntaria de las actuaciones de la actriz Issa Rae y de la música Rhiannon Giddens, así como la renuncia de dos asesores de peso: el cantautor pop Ben Folds, y la soprano Renée Fleming.
Entre las primeras víctimas de la nueva era de la institución estuvo el Coro de Hombres Gais de Washington. Tenían prevista para mayo, y en el marco de las celebraciones del Orgullo Gay, un recital con la Orquesta Sinfónica Nacional. El programa incluía una pieza llamada A Peacock Among Pigeons, basada en un cuento infantil de temática LGTBI+ sobre un pavo que aprende a valorar su diferencia frente al plumaje gris de las palomas.
La prueba de fuego del nuevo KC llegará, con todo, en septiembre, cuando se celebre la gala anual de honor del centro. Es habitual que el presidente asista, pero Trump rompió también con esa tradición durante su primer mandato. Es de esperar que la lista de quienes sean homenajeados ese día refleje la ideología del presidente del patronato de la institución, cuyos gustos musicales, a juzgar por la banda sonora de sus mítines, no suena demasiado al menú habitual del KC.
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