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La matanza del instituto conmociona a Austria, uno de los países de Europa con más armas por habitante

Las autoridades desconocen todavía los motivos que llevaron al joven de 21 años a asesinar a 10 personas en un centro de secundaria y suicidarse después

Un hombre deposita varias velas este martes en la puerta del instituto de Graz donde se ha producido el tiroteo. Foto: Associated Press/LaPresse (APN) | Vídeo: EPV
Marc Bassets

Austria es un país aturdido y sin respuestas después de que un joven de 21 años asesinase este martes a 10 personas en un instituto de secundaria de la ciudad de Graz (sur) antes de suicidarse. No se encuentran explicaciones, si es que las hay. Nadie entiende qué ha sucedido, qué llevó a un muchacho del lugar a entrar en su vieja escuela y disparar a los alumnos, los mismos que habrían podido ser sus compañeros hace unos años. Ni cómo pudo hacerse legalmente con la pistola y la escopeta. Ni qué sucedió para que nadie, ni la familia, ni los educadores, ni la policía, lo vieran venir.

“Graz permanece unido”, se lee en una pancarta negra, con letras blancas, colgada en la valla de la BORG Dreierschützengasse, el instituto federal del barrio cercano a la estación central de tren. Hay velas y flores por el suelo, algún osito de peluche y una corona blanca que han dejado de los hinchas del equipo de futbol local, el Sturm Graz. Es casi medianoche y una veintena de personas guarda silencio. Forman corrillos, hablan en voz baja, algunos llevan ropa oscura. En la puerta de la escuela, queda un cartel que alguien trágicamente desoyó: “Prohibida la entrada no autorizada”.

Agentes de policía trabajan en el exterior de la escuela tras el tiroteo en Graz, este martes.

Austria es uno de los países del mundo más armados, según el estudio Small Arms Survey (Informe sobre armas pequeñas), de 2018. Con 30 armas por cada 100 residentes, se sitúa en la posición número 12, que encabeza Estados Unidos, pero por delante de países como Kosovo, Pakistán o Irak. En la UE, solo Finlandia y Chipre superan a Austria, según esta clasificación.

Los interrogantes por responder son innumerables, y en los próximos días es posible que algunas de estas preguntas hallen respuesta y otras abran debates nacionales. Todo vendrá y costará digerirlo. Por ahora este es un país en shock ante uno de esos crímenes que parecía que solo ocurrían a miles de kilómetros, en escuelas de Kansas o California, en lugares hiperviolentos, lejos de la Austria feliz, el mito del pequeño país alpino y danubiano plácido y tranquilo, tantas veces desmentido en la historia, pero todavía arraigado en la identidad colectiva.

El crimen de Graz es, como dijo el canciller, Christian Stocker, una “tragedia nacional”, un “día oscuro” para Austria. Se declararon tres días de luto y la suspensión de los actos públicos en el Estado federado de Estiria, donde se encuentra Graz.

Agentes de policía y personal sanitario en la entrada de la escuela donde se produjo el tiroteo en Graz, este miércoles.

Este es un país polarizado, y aquí la extrema derecha es la primera fuerza parlamentaria, pero la matanza abre un paréntesis de unidad. Al no existir, en apariencia, motivaciones políticas, evitará su uso partidista, aunque puede abrir debates sobre la regulación de las armas o el sistema de cuidados psíquicos. El presidente federal, Alexander van der Bellen, dijo: “Hoy y en los difíciles días venideros, nuestro país demostrará que nuestra fuerza reside en la coexistencia de unos con otros”.

Todo empezó hacia las 10 de la mañana, cuando un joven que había estudiado en el mismo instituto, irrumpió armado en el centro, pasó por dos aulas y empezó a disparar. En una de estas aulas se había sentado como alumno unos años atrás, aunque no había terminado los estudios. Después se dirigió a un aseo y ahí se disparó. La policía había recibido llamadas de alerta en las que se advertía de gritos y disparos y, según las autoridades, la rápida intervención de las fuerzas especiales Cobra evitó una matanza mayor.

Se sabe que el agresor era de nacionalidad austriaca, que vivía en las cercanías de Graz, ciudad de 300.000 habitantes a 50 kilómetros de la frontera con Eslovenia, y que obtuvo legalmente la licencia de armas. Carecía de antecedentes penales. Se ha publicado en la prensa local que compró las armas poco antes del ataque y que dejó en su habitación una nota de despedida. Varios medios también apuntaron a que supuestamente pudo sufrir acoso escolar. La mayoría de muertos son adolescentes. Uno de ellos, una mujer adulta, falleció en el hospital. El tiroteo dejó 11 heridos graves.

No se ha revelado todavía la identidad del responsable de la matanza. Otra incógnita en el aire es cómo logró el arma, teniendo en cuenta que, para obtener el permiso legal, en Austria se requiere, además de haber cumplido 21 años, justificar para qué quiere usarse. También se exige un examen psicológico que demuestre que el propietario “no tiene una tendencia a manejar armas de forma descuidada o a utilizarlas de forma imprudente, especialmente en situaciones de estrés psicológico”.

El diario Die Presse señala sobre el estudio Small Arms Survey que el número de armas registradas oficialmente en el país es netamente inferior: son 1,5 millones en manos de unas 374.000 personas. Añade este diario que el número de armas registradas ha aumentado, y lo que explica por “las crisis e inseguridades de los años pasados, que han llevado a un rearme privado”. También dice que, en comparación con otros países, es relativamente más fácil armarse. La propiedad de armas para cazar, por ejemplo, no está regulada por norma general.

Decenas de personas participan en un homenaje improvisado en Graz, este martes.

El ataque de Graz es el mayor de estas características que ha sufrido Austria. Según el periódico Der Standard, en 2018 un joven de unos 18 años hirió de un disparo a otro en un instituto de Alta Austria, y en 1997 un alumno de 15 mató a una profesora e hirió de gravedad a otra en Baja Austria; en 1993, un alumno de 13 años hirió gravemente al director de un centro en esa misma región.

La conmoción se explica por la magnitud del crimen, pero también por el escenario. “La seguridad fomenta el miedo a lo incierto”, escribió la Nobel austriaca Elfride Jelinek, una novelista experta de los pliegues más oscuros de su país.

Pero esta vez es lo incierto, en su versión más espantosa, lo que ha irrumpido de lleno en la vida cotidiana y, como recordaron varios políticos en Graz, en el espacio seguro por excelencia, o que debería serlo, donde las familias confían la educación de los hijos, donde nunca puede ocurrir nada malo. No en la plácida Austria, un país que, como otros de su entorno, ha recibido en los años recientes el golpe del terrorismo, pero difícilmente se acostumbrará a matanzas como la del martes. Porque parecen extrañas, de otro lugar.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en Berlín y antes lo fue en París y Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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