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PP
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La derecha en la calle

El que aspira gobernar debería explicarnos cuáles son sus ideas y sus propuestas. De momento brillan por su ausencia: Te quitas tú y me pongo yo

La dirección del PP, este domingo en Madrid, en la manifestación bajo el lema 'Mafia o Democracia'.
Josep Ramoneda

El fin de semana ha sido una síntesis del ignominioso momento que vive la política española de la mano de la derecha y sus dos caras Vox y PP que, después de un tiempo guardando las formas y aparentando distancia, han entrado ya sin recato en la vía que ha de conducirles a trabar una alianza política, construir un frente de las derechas contra el capo Sánchez.

La alternancia democrática requiere sus tiempos. Cuando una de las dos partes ha agotado una etapa y la ciudadanía le ha mandado a casa, salvo algún acontecimiento, lo lógico es que tenga que pasar un período de reparación y reconstrucción. Las derrotas hacen daño y, por lo general, se necesita un tiempo para elaborarlas y reemprender el camino del poder. El PP lleva ya siete años sin avistar la meta. Y eso duele. Salió muy tocado del gobierno porque no estaba en su agenda la hipótesis de que un recién llegado como Sánchez pudiera ponerle contra las cuerdas. Y mucho menos que el proceso independentista catalán –con ellos en el poder- llegará más lejos que nunca. El perfil tranquilo de Rajoy tuvo un efecto contrario al esperado. Nunca le ha gustado correr riesgos y optó por el perfil bajo, pensando que una vez más el viento se llevaría la tormenta, y cuando se dio cuenta de que no amainaba se entregó a jueces y militares, sin dar apenas espacio a la política. Paradójicamente, él fue de los primeros en quedar en fuera de juego, después de haber dado rienda a suelta a la vía represiva y dejar que los otros poderes del estado marcaran el paso.

Este fin de semana, una coincidencia no precisamente inocente, ha hecho que se repartieran las portadas la Conferencia de presidentes autonómicos de España, en Barcelona, presidida por el Rey y el presidente del gobierno, y la manifestación contra el capo Sánchez, organizada en Madrid por orden de Feijóo, sin otra idea ni mensaje político que Mafia o Democracia. Un eslogan que expresa sobre todo la desorientación de PP que incapaz de construir un proyecto político alternativa no sale del mísero territorio de la descalificación permanente. Una degradación discursiva, que no es inocente, porque se trata de acompasar el asalto a la figura del presidente Sánchez con el paso ya definitivo hacia la alianza entre PP y Vox, que venía gestándose en las Comunidades Autónomas y que ha culminado sin matices, aceptando las exigencias de la extrema derecha con total normalidad: negación de la plurinacionalidad de España, la emigración como enemigo principal, rechazo al pacto verde y el silencio sobre Gaza y así sucesivamente. Y así sale la derecha a la calle, sin otra política que el No a Sánchez, y el reencuentro con los fascistas.

La degradación de la política es letal para la democracia y la consolidación de la extrema derecha está tejiendo efectos demoledores en toda Europa. De un tiempo acá, especialmente desde que la derecha española perdió el Norte con el proceso catalán, pésimamente gestionado por el presidente Rajoy, con una retorcida mezcla de desidia y de insolencia, la frustración del espacio conservador está degradando alarmantemente la situación. La derecha intenta compensar su impotencia con el ruido en la calle. En realidad, el presidente Sánchez ya se cuidó en la Conferencia de Barcelona de recordarles que no hay elecciones hasta 2027, y que el ruido del PP no es razón suficiente para convocarlas ahora. Solo le faltó añadir que el PP tendrá así tiempo de consolidar el pacto con Abascal.

El primer partido de la oposición no puede rebajar el nivel de la política a la insustancialidad a la que le ha llevado Feijóo y aspirar a gobernar con un discurso monotemático contra Sánchez, el jefe de la mafia. La realidad es más compleja y los problemas de los españoles también. Y el que aspira gobernar debería explicarnos cuáles son sus ideas y sus propuestas. De momento brillan por su ausencia: Te quitas tú y me pongo yo. Mal asunto cuando la derecha necesita salir a la calle para creerse que puede ganar. En una manifestación amortizada de antemano por la obsesión reiterativa de Feijóo.

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