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Vida de Sánchez Mazas: ultracatólico, escritor de páginas hermosas y el falangista que acuñó el “¡Arriba España!”

Una biografía recorre la trayectoria vital de uno de los líderes del fascismo español, que sobrevivió a un fusilamiento al final de la Guerra Civil

Rafael Sánchez Mazas, entre el jefe del Estado, Francisco Franco, y el ministro de Gobernación, Ramón Serrano Suñer, durante una visita del dictador al Valle de los Caídos para supervisar las obras del complejo monumental.
Manuel Morales

“Ni me arrepiento ni me olvido”. Así se expresaba el intelectual Rafael Sánchez Mazas, uno de los fundadores de Falange Española, partido fascista, a finales de los años cincuenta sobre lo que había supuesto la Guerra Civil y lo que era el franquismo. Ni un paso atrás de un personaje contradictorio, refinado amante de la Roma clásica, escritor de hermosas páginas y un belicista que justificaba el conflicto fratricida que había dejado medio millón de muertos. Si a esto le sumamos que había sobrevivido a un fusilamiento, es lógico que Javier Cercas sintiera la atracción para novelar este episodio en Soldados de Salamina (2001), llevada al cine dos años después por David Trueba. Ahora se ha publicado una exhaustiva biografía del personaje: Sánchez Mazas. El falangista que nació tres veces, del historiador Maximiliano Fuentes Codera, editada por Taurus.

Además de contar su trayectoria vital, Fuentes, doctor en Historia Contemporánea y profesor en la Universidad de Girona, explica, en conversación telefónica, que su libro permite ver a través de Sánchez Mazas “la conformación del falangismo y del franquismo” en España. Estamos ante “uno de los ideólogos de la retórica de la dictadura desde el punto de vista estético”.

Así, es quien acuñó la consigna “¡Arriba España!“, el saludo convertido en lema de la dictadura y que aún hoy resuena entre algunos. El historiador lo recuerda ”como revisor de estilo” del himno falangista, el Cara al sol, compuesto el 3 de diciembre de 1935, en un bar de Madrid donde había un piano, tras una cena de los cabecillas del partido, dirigidos por José Antonio Primo de Rivera, líder de Falange, que sería fusilado en la cárcel de Alicante el 20 de noviembre de 1936, cuatro meses después de iniciada la Guerra Civil.

El historiador Maximiliano Fuentes Codera, en la Facultad de Letras de la Universidad de Girona, el lunes 2 de junio.

Quien sobrevivió a un chapucero fusilamiento al final de la guerra fue Sánchez Mazas, aunque para llegar a ese clímax hay que recorrer antes cómo había sido la vida de este madrileño nacido el 18 de febrero de 1894, que se crio huérfano de padre, un eminente médico que murió a los 15 días de nacer él.

Fuentes ha accedido en la Biblioteca Nacional al fondo de uno de los hijos de Sánchez Mazas, el escritor Rafael Sánchez Ferlosio. “Ahí están las cartas de Sánchez Mazas con su madre. Es un elemento principal porque se ve la tensión constante que mantuvo con ella”. Rosario Mazas Orbegozo, bilbaína, era una mujer estricta a la que su único hijo quería “satisfacer constantemente”, tanto con las notas de sus estudios como en su posterior carrera como escritor.

Rafael Sánchez Mazas, en el centro de la imagen, días después de haber escapado del pelotón de fusilamiento, fue recibido en Barcelona por dirigentes falangistas. Desde la izquierda, Eugenio Montes, Pilar Primo de Rivera y Alfonso García Valdecasas, el 8 de febrero de 1939.

Madre e hijo marcharon a Bilbao, donde residía la poderosa e ilustrada familia de ella. Son los años en los que a través de amistades y tertulias forja su españolismo y su ultracatolicismo. En su ideología es fundamental la influencia del escritor y jurista catalán Eugenio D’Ors.

Durante los estudios de Derecho en El Escorial, conoció a otro grupo de amigos, como Juan Ignacio Luca de Tena, hijo del fundador del periódico Abc. Su pasión por la escritura le lleva a colaborar con varias cabeceras, hasta que es enviado como corresponsal en Melilla de El Pueblo Vasco, en 1921, para informar sobre la Guerra de Marruecos. Con una adhesión sin fisuras a la causa española, describió la guerra como “un beneficio espiritual, una cura de aire libre y de pólvora”.

Rafael Sánchez Mazas, a su llegada a un Consejo de Ministros.

En junio de 1922, Abc lo manda como corresponsal a Roma, donde vivió siete años y en los que fue testigo de la llegada del fascismo, que influyó en su visión de la sociedad y de la política. Fuentes dice que su modelo de Estado era “una monarquía católica”. En Italia le conmociona el arte clásico, y en un pueblo medieval cerca de Roma conoce a la que sería su esposa, Liliana Ferlosio, cuando ella tenía 14 años, 15 menos que él.

El autor de la biografía subraya “su calidad como escritor”. Sus principales obras fueron las novelas Pequeñas memorias de Tarín (1915) y La vida nueva de Pedrito Andía (1951), “que son similares, con juegos de antagonismos y que pueden leerse en clave autobiográfica; aunque es un tipo de literatura que hoy suena pasada de moda”.

El embajador de Italia, conde de Balzo de Presenzano, entregaba al escritor Rafael Sánchez Mazas una condecoración a personalidades españolas, en un acto en la Embajada de Italia en Madrid, el 16 de junio de 1955.

En las crónicas desde Roma se aprecia cómo da un barniz estético a la violencia de los fascistas, mientras desprecia “el senil macaneo democrático”. Seducido por Mussolini, ansiaba para España una figura como el Duce, al que entrevistó, para acabar con el que, en su opinión, era el principal problema del país, los nacionalismos catalán y el vasco.

En la capital italiana recibió con satisfacción la noticia del golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera en Barcelona, en septiembre de 1923: “Refuerza y asegura mis posiciones”, escribió a su madre. “La hora de las grandes posibilidades se acerca”. Consolidado como figura intelectual, es el momento de volver a España.

La libreta con las notas que Sánchez Mazas tomó durante su huida en la provincia de Girona, en una imagen cedida por el historiador Maximiliano Fuentes Codera.

Instalada la familia en Madrid, disfruta como articulista y conferenciante de éxito, un tertuliano que se mueve en los círculos políticos, más aún con la llegada de la Segunda República. En ese ambiente conoce a José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador. En enero de 1933, Hitler llega al poder en Alemania y el 29 de octubre nace, en un acto en Madrid, Falange Española. Sánchez Mazas se convierte en el intelectual detrás del líder.

Poco más de dos años después, en medio de la gran tensión y violencia tras la victoria del Frente Popular, Sánchez Mazas pisa por primera vez la cárcel, en marzo de 1936, junto a otros dirigentes de Falange, por asociación ilícita y por amenazar al régimen constitucional. Como en otros momentos de su vida, la fortuna le sonríe. Sánchez Mazas pide un permiso para salir de la cárcel y asistir al inminente parto de su cuarto hijo. Se le concede y aprovecha para no volver. Huye de casa en casa de amigos y logra, iniciada la guerra, que su mujer e hijos, protegidos por la Embajada italiana, marchen a Roma.

Una de sus contradicciones es que “aunque construyó una retórica belicista, se le achacaba su falta de compromiso vital cuando estalla la guerra”, añade Fuentes. Primero se refugió en la Embajada de Finlandia, de la que escapó cuando entraron al asalto los milicianos. Posteriormente, es detenido, pero en otra de las piruetas de las que cae de pie, cuenta a sus captores que es amigo del socialista Indalecio Prieto, entonces ministro de Marina, con el que había coincidido como cronista de la guerra marroquí. La mediación de Prieto le salva el pellejo y el político asturiano le recomienda que se esconda en la Embajada de Chile, donde estará un año.

El historiador Maximiliano Fuentes Codera, autor de 'Sánchez Mazas. El falangista que nació tres veces', en el claustro de la Facultad de Letras de la Universidad de Girona, el lunes, 2 de junio.

A finales de 1937 huye a Barcelona para cruzar la frontera. Detenido otra vez, en enero de 1939 es trasladado al monasterio de Santa María del Collell (Girona), habilitado como cárcel. Se acercaba el final de la guerra y el avance sin freno de las tropas franquistas. La madrugada del día 30, junto a otros presos es trasladado al interior de un bosque para ser fusilados. Dos balas agujerean su pantalón, pero no su carne. “No se sabe muy bien qué pasó, probablemente aquellos jóvenes no tenían ninguna gana de fusilar a nadie, estaban mal alimentados, la guerra perdida...”.

Sánchez Mazas huye al bosque, hasta que días después es detenido por tres soldados republicanos, a los que promete dinero si no le denuncian. Fuentes ha tenido a la libreta en la que Sánchez Mazas apuntó lo que vivió esos días. [...] “Fui fusilado con otros 48 infelices prisioneros y escapé milagrosamente [...] después de una marcha de tres días por el bosque pidiendo limosna en las masías [...] caí en una acequia perdiendo mis gafas, con lo cual me quedaba medio ciego”.

Fiesta de la Sociedad de Ilusionismo en Madrid en la que se nombró socio de honor a Sánchez Mazas, el 5 de febrero de 1956.

Aquel episodio sirvió para que, acabada la guerra, el franquismo mitificara a “un resucitado”, nombrado ministro sin cartera. Fue una etapa breve marcada por su desinterés y por el enfrentamiento con Ramón Serrano Suñer, filonazi, líder de Falange tras la Guerra Civil y “cuñadísimo” de Franco. Fueron, eso sí, unos meses en los que intercedió por antiguas amistades republicanas, como el poeta Miguel Hernández. Uno de los hijos de Sánchez Mazas contó que tras un Consejo de Ministros su padre pidió a Franco “la gracia para un poeta” condenado a muerte. A lo que el Caudillo respondió: “Si fuera un buen poeta...”. Conmutada la pena capital, Hernández murió en la cárcel de Alicante, de tuberculosis, en 1942.

Tras el cese como político, la situación económica de la familia de Sánchez Mazas empeoró, pero el destino volvió a ponerse de cara gracias a una repentina herencia de una tía paterna que incluía fincas y una casona. Lo que no cambió fueron sus posiciones políticas. Fuentes recuerda que su último libro, Fundación, hermandad y destino (1957), fue una recopilación de textos políticos escritos veinte años atrás. El hombre que, como apunta el historiador, nació tres veces: cuando vino al mundo, cuando sobrevivió a un fusilamiento y cuando Cercas lo devolvió a la actualidad, murió en su casa de Madrid el 18 de octubre de 1966, a los 72 años.

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Sobre la firma

Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.
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